Rosarito
Desorden de vendedores en la playa causa molestias a turistas
Por Juan Pablo Sebastián
El desorden de vendedores ambulantes volvió a reinar en las playas durante el pasado fin de semana, desatando fuertes críticas de bañistas y de personas locales.
Mientras algunos se quejaron por la invasión de las banquetas, otros más se quejaron por el poco espacio de playa que los ambulantes dejaron libre para los bañistas.
Muchos comercios de frutas y alimentos se instalaron en áreas pegadas al mar y dejaron libre muy poco espacio para el tránsito de personas.
Turistas se quejaron de la conducta arbitraria de estos vendedores que se apropian de las zonas federales y de las autoridades que no son capaces de ponerles límites geográficos.
“Están muy cerca del mar (los fruteros), ya no dejan espacio para acampar y menos cuando sube la marea. Yo creo que deben tener criterio de respetar un límite y no bajarse de ahí, sin importar que suba o baje la marea”, sostuvo una familia de visitantes.
La conglomeración de la playa se agravó con el ingreso de motociclistas de negocios que promocionan venta de pollos y pizzas y para hacer pedidos, una práctica nunca antes vista en la playa.
Pese a que los vehículos están prohibidos, tal parece que las motos de estos negocios gozan de inmunidad.
El problema de los vendedores golondrinos también fue evidente el pasado fin de semana, en lo que se ha convertido en una práctica anual ya muy común en las temporadas altas, cuando los vendedores golondrinos comienzan a llegar de los estados del sur para vender en las playas, provocando con ello una competencia desleal para los vendedores que tienen sus permisos en regla y permanecen todo el año soportando los altibajos de la llegada de visitantes.
Se trata de una práctica nociva para el comercio legal, que las autoridades no han podido erradicar desde hace años.
En el bulevar Benito Juárez hicieron lo propio comerciantes irregulares, que de manera repentina aparecieron vendiendo en las banquetas de la zona centro, obstruyendo entradas a bancos, todo frente a los ojos de inspectores de Regulación Municipal.