Rosarito
De paramédico a detector de metales, recoge clavos y objetos peligrosos

Por Delia Ruelas
Detectar metales en la playa, suele ser un pasatiempo.
Un pasatiempo que disfrutaba de niño el paramédico Gerardo Lemarroy, en la actualidad realiza ya retirado, se trata de la labor del detector de metales en la playa. Labor que realiza al menos una vez a la semana, la cual, tiene el objetivo de reactivarse al caminar, más que buscar algún objeto de valor escondido en la arena.
Lemarroy como le decían durante su servicio en la Cruz Roja, se dedica a recoger metales, desde clavos, corcho latas y algún objeto punzocortante que pueda poner en peligro a los bañistas, como lo vio durante su tiempo de servicio cuando era paramédico.
“Entre cosa y cosa te encuentras dinero, lentes, celulares, ser detector de metales, es un deporte para hacer cardio, para la gente mayor, como yo camino hasta el muelle y me regreso al parque, eso es mi ejercicio para mi pre diabetes, es un ejercicio yo lo recomiendo, es un pasatiempo sano y te llevas la basura”.
Expresó que durante los últimos días ha visto una mayor afluencia en las playas, a pesar de que el Covid-19, no ha pasado a convertirse en una enfermedad endémica, así que por su parte continúa implementando los cuidados personales, pues desea continuar sano. “Me cuido mucho porque yo quiero vivir y deseo que todas las personas vivan una larga vida. El Covid continua y con sus nuevas variantes, y si la gente no se cuida pues continuará”.
Señaló que durante la pandemia suspendió su pasatiempo como detector de metales, en ese entonces dedicó su tiempo a predicar y a la recreación. “Hacerme tonto, poner el karaoke y sobre todo nos dedicamos a la predicación, a hablarles a las personas del dios verdadero”.
Señaló que a pesar de la múltiple información y campañas de limpieza para mantener las playas limpias, a la gente parece no importarle pues, pasa el tiempo y continúa levantando clavos, corcholatas y otros desechos, así que atribuye esta problemática ambiental a la falta de educación y responsabilidad personal.
“El asunto es que la gente es sucia y no hay multas, pasa la máquina que limpia que trae imágenes y a su paso se lleva fichas y todo, pero la gente continúa dejando basura, porque realmente nos gusta vivir en la porquería, “plaqueamos” edificios nuevos, rayamos propiedad privada, es cuestión de educarnos un poco, es cuestión de educación pues no esperamos que cambie el mundo”.